Un episodio para madres desesperadas
Si tienes hijos, seguro que estás viviendo en vivo y en directo, los cambios por los que están pasando durante el confinamiento. ¿Es igual el manejo para todas las edades? ¿Qué pasa con los adolescentes? ¿O los jóvenes que este año vivirían uno de los grandes sueños de su vida: la ceremonia de su graduación? ¿Qué se puede hacer para sobrepasar el apego? La coach de familia y padres Claudia Simó, es la CEO del centro Alas Formación y Apoyo y está certificada bajo las enseñanzas de Heart Cure y por la International Coaching Federation; además durante la grabación de este episodio nos confesó que es educadora y estuvo a cargo durante 11 años de su propio colegio. Su pasión es educar, servir y ayudar a los padres a disfrutar su rol y a entender las etapas en las que se encuentran unido a la de sus hijos. Hoy responde a las interrogantes de muchas madres desesperadas durante esta pandemia con el tema de hijos rebeldes y distantes y como generar un poquito más de sabiduría para atender las necesidades de nuestros hijos en este tiempo.
Como bien nos cuenta Claudia, para muchos niños ha sido caótico el tema del COVID-19 y el encierro y el hecho de que muchos padres han minimizado la situación, entendiendo que como son niños no están en crisis y que no están atravesando una gran emocionalidad como los adultos. Pero los niños, pequeñitos o adolescentes, como seres humanos, tienen necesidades y una de esas es el sentido de pertenencia, el sentirse amado, sentirse útil. En España, por ejemplo, desde el pasado 26 de abril, el gobierno estableció un horario en el que se les permite a los niños menores de 14 años salir a la calle para hacer deporte individual y pasear, disposición que busca proveer un alivio para que puedan despejar la mente.
Claudia, viendo lo que están haciendo en España con la finalidad de ir retomando de cierta forma la rutina, ¿quiere decir que es necesario que los niños estén fuera de la casa?
Fíjate, tú has hablado de cómo vamos a hacer con los niños para adaptarnos como a la nueva realidad, esa que no es la realidad que teníamos antes. Obviamente integrarnos a nuestro estilo de vida, cualquiera que fuese, va a ser paulatino y es lo más prudente. Esto va a depender mucho de la edad del niño y del contexto de cada familia, porque cada familia ha vivido toda esta situación desde su propia realidad. Si hablamos de niños pequeños en la preescolar, de 0 a 5 años, la estructura es todo. Estos niños no manejan el concepto tiempo, espacios o distancia, ya que para ellos estos conceptos son algo muy abstracto, pero si manejan rutina y estructura a la perfección. Tener una estructura les ofrece seguridad y le permita tener cierto control de su vida, de su entorno. Ahora, el mundo entero se lo cambiamos, les ha tocado adaptarse a una nueva realidad, por así decirlo, y retomar sus actividades les va a generar mucha resistencia. Ellos se apegaron a papá o a mamá, a su modelo de seguridad 24/7, volver al colegio, aunque lo conozcan, no será lo mismo y es probable volver a experimentar el llanto, la protesta, porque él no quiere esa nueva rutina. Yo recomendaría que a los niños de esta edad no dejemos a los niños en jornada completa e ir paulatinamente extendiendo hasta la semana completa.
Y los más grandecitos, ¿qué sucede con ellos?
Los niños de primaria, en edad de 5 a 10 años, son niños que al igual que los adolescentes están anhelando encontrarse con sus amigos. Anhelando recuperar esa rutina, ese sentido de pertenencia. He visto que hay niños que este año finalmente sintieron que eran aceptados en su grupo, que lograron entrar al equipo de futbol, en la academia de baila, sentían que realmente encajaban, que lo invitaban, que lo buscaban y de manera abrupta todo eso paró. Estos niños han estado manejando muchos niveles de ansiedad y miedo a perder lo que han logrado. Ellos ambicionan salir al mundo exterior para socializar, para sentir la conexión con sus pares, un espacio donde ellos se desconectan de los padres y de realidades en casa que quizás no funcionan. Muchos de estos chicos no se dan el permiso de hablar de sus emociones porque no quieren preocupar a sus padres.
Y qué, por ejemplo, sucede a nivel de salud mental con estos jovencitos que están creciendo ahora mismo en medio de todo eso.
Estuve en una conversación lindísima con especialistas de mi centro, coaches y varias personas que trabajan tema conducta, salud mental, tema de familia y todos estamos como viendo una constante. Estamos viendo niños pequeñitos, de edad primaria, manejando altos niveles de ansiedad; alterando significativamente su dinámica y relación con la comida, pues la están utilizando como un ansiolítico o para anestesiar, creando un cuadro significativo para crear adicciones a los videojuegos, a los cigarrillos electrónicos, a la comida. También hay chicos que se han vuelto mucho más retraídos, muy hostiles, manejando mucho malestar emocional: mucha tristeza, desolación, mucha desesperación, ira, mucha frustración. Ellos creen que nadie los entiende, ni tienen alguien que realmente los escuche con real empatía o entienden que su realidad no va a mejorar, sino que va a empeorar, porque lo que está escuchando de sus adultos significativos.
“Los padres adultos están teniendo un tipo de conversación sin tomar en cuenta los hijos y esto les está afectando su salud mental y emocional. Es importantísimo que los padres entiendan que son el faro que da luz en la casa, el punto de referencia. Es importante conversar sobre las emociones, sobre la ansiedad. No hacer creer que no pasa nada o un escenario contrario donde paternalizan a los hijos”.
¿Qué debemos hacer si notamos que el niño o niña se está volviendo más rebelde, o de repente un bien activo se está volviendo un poquito más tímido o cerrado? ¿Cuáles características deben disparar la alerta de los padres?
Mira, hay señales o síntomas que el niño puede presentar que nos dicen que algo no está funcionando, que lo que él está viviendo en ese momento, tu hijo no cuenta con los recursos para manejarlo solo y necesita apoyo, el cual no necesariamente debe ser de un especialista. Esas señales pueden ser cambios en los patrones de descanso o de dormir, cambios en la alimentación. Cambios de conducta, un niño que no quiere hablar con nadie, que está muy hostil y se ha vuelto agresivo, se le ve huraño. Ver señales de ansiedad como comerse las uñas, halarse el pelo, masticar objetos, comer de manera excesiva o a escondidas, masturbación excesiva o que llora con facilidad. El primer apoyo siempre deben ser los padres, tener una conversación donde se comunique lo que se ha observado. Inclusive en niños menores de 5 años se les puede ir alfabetizando en emociones hablándoles de lo que observas. Por ejemplo, decir mira cómo estás apretando los puñitos, como aprietas la boquita, eso que estás sintiendo se llama frustración y así es como se siente tu cuerpo.
¿Qué va a pasar con estos chicos cuando se reinserten?
Probablemente va a haber una alta demanda de lo que quieren hacer: ‘yo quiero ir aquí’, ‘yo quiero involucrarme en esto’, ‘yo quiero asistir allí’, y para movilizarse dependen de los padres. Esto a nivel operativo, va a tener un impacto primero económico, porque simplemente salir ya es un gasto, más lo agregado. Segundo, reajustar los horarios; estos chicos van a querer ir a sus partidos de fútbol, a su junta con sus amigos, ir al cine, a una plaza, ir al cole. Entonces papá y mamá también van a tener que hacer los ajustes significativos. Yo recomiendo que los padres se sienten con los hijos a mirar las nuevas posibilidades de todos los miembros de la familia y crear un horario donde se vea la realidad de todos, organizarlo todo, esquematizar y ajustar expectativas. Y si tu hijo se molesta, entonces escucharlo conectar con su emocionalidad, como él/ella se siente.
Es muy significativo que hayas dicho eso, a veces cuando uno llega a cierta madurez, uno asume que tenemos toda la carga, que nuestras penas y dolores son los más importantes. ¿Qué tu recomiendas para los padres que sienten que ya no pueden más, que no dan abasto?
El acompañamiento escolar ha generado muchísimos roces, porque no todos los padres cuentan con la paciencia o las competencias necesarias. Lo que yo le digo a los padres es que tenemos que hacer lo mejor desde nuestra realidad. Las metas y objetivos en el día de una familia tienen que ser eco-amigables. Esto es prueba y error. Lo primero, como dije antes, es crear una estructura de tiempos donde van a acompañar a sus hijos con este tema de la escuela y la carga académica. Lo segundo es que, si vemos que el formato de esta semana no me funcionó, continuar haciendo cambios hasta que logremos lo más funcional y productivo. Saber que nunca, va a ser perfecto porque cada día trae su afán y no todos los días contamos con los mismos recursos emocionales y mentales para lidiar con todo lo que tenemos. También es darse el permiso de hasta decir un día “tú sabes que, hoy yo no puedo” y no pasa nada, y eso no te convierte en una mala madre o un mal padre. Créeme, la mayoría de los profesores o más bien, todos los buenos profesores son muy empáticos y saben la situación que están pasando. Lo importante aquí es no minimizar, como no le haga caso la tarea no la haga clara de eso, porque estamos en una crisis, no vamos a hacer lo mejor que podamos hacer.
Uno de los grandes errores que cometemos los padres es el sesgo de negatividad, un fenómeno en el cual los seres humanos psicológicamente le damos más peso a las malas experiencias que a las buenas. Con relación a los hijos es cuando nosotros los padres solamente mencionamos las cosas negativas que hacen nuestros hijos, aunque durante el día hayan realizado muchas más cosas positivas. Todos necesitamos que se nos reconozca.
¿Qué pasa con estos chicos, como los de secundaria, que tenían un plan y este no se va a dar?
Muchas personas, o muchos padres no están tomando en cuenta a los jóvenes que están en el último año de secundaria. Estos son los chicos que se iban a graduar este año, que tienen toda una vida escolar esperando esta graduación y llevan alrededor de dos años en actividades, recaudando fondos para esa fiesta. Ellos están pasando por un duelo, esta actividad de ritual de transición, que es importante para el ser humano, pues sirve para cerrar etapas y aperturar las nuevas, no se le va a dar. Estos chicos la están pasando mal, están deprimidos, con una tristeza profunda, ansiosos. Aunque te fueras a graduar con “suma dificultad” este era el gran logro de vida de estos chicos. Aunque algunos colegios están ponderando aplazar la fiesta hasta diciembre, yo quiero hacer un llamado a estos padres: “ustedes están llamados a acompañar a sus hijos en este proceso. Por favor, no minimicen lo que está sucediendo, lo de ellos están valido como lo de ustedes”. Esta es una edad de por sí de mucha incertidumbre, de toma de decisiones, de inseguridades, de no saber si esta carrera o aquella, de mucha ilusión y ahora tenemos el COVID. ¡Es catastrófico!
Mi mensaje final es decirles sobre todo a las chicas que nos escuchan, que ustedes lo están haciendo bien, aun si un día no les va del todo bien. ¡Eso es lo normal! Cuidemos de nuestro ser y nuestra esencia para poder servir con amor.