Un inesperado 2018
¿Ustedes saben lo que es tener un escrito en pausa por meses? Pues este que leerán a continuación lo es. Esperaba por un final feliz, ustedes saben, como esos de las películas de Hollywood, sin detenerme a analizar o valorar el proceso, quizás porque fue muy intenso. Algunas de las cosas las mantuve en secreto, hasta hoy.
Les advierto: es un post largo (en comparación con los que suelo escribirles). Así que preparen una copa de vino una taza de helado, té o palomitas y lean.
Mi año comenzó con muchas expectativas… planificando una boda y con un posible cambio de ciudad. Estaba preparada para soltar el control, es decir, todo lo que me daba seguridad: mi casa, mi trabajo, mis amigos… ¡Yo misma no podía creerlo! Pero de repente me sentí más segura que nunca y la decisión ya estaba tomada. Pero Dios tenía otros planes, y me desbarató los míos de la única forma que sabía yo pondría mi esquema en hold: un embarazo. Lo que planificamos para 2019 se adelantó un año.
Sólo pensaba, ¡esto no puede estar pasando! Cuando por fin agarro valor para hacer algo drástico viene el universo y me lo “agrrruina”. Les confieso que al principio no podía ver lo bonito, mi milagro en todo lo que estaba sucediendo.
Entonces, para colmo, empezaron los cambios físicos propios de la gestación, mezclados con el estrés y la ansiedad: mi rostro, mi cuerpo no eran lo que hace un mes y la gente me lo recordaba (¿recuerdan los Premios Soberano? Tuvimos que cambiar todo a último minuto. Así que sorry a los que pensaron que no estaba a la altura; yo misma no me sentía “Yo”, pero sí me sentí segura, que era lo que más me importaba). Adicional, el cansancio y mi actitud de no quiero hablar con nadie me hizo perder amigos, pero como dice mi terapeuta, ¿realmente eran tus amigos? Esa misma actitud me hizo sentir como si estuviera depresiva; hasta publiqué un artículo en Pandora hablando sobre este tema que confieso fue una forma de entender mi proceso. Descubrí que no estaba depresiva, pero sí muy hormonal. Un día no quería hablar con nadie, no le respondía a mis amigos, pero entonces luego me sentía sola, porque no me buscaban. ¡Una loca! Jajajajaja. Nada, estaba haciéndole la lucha a un proceso completamente nuevo para mí y del que todo el mundo tenía algo diferente que decir, en vez de entregarme a él. Así que quiero hacerles un llamado: no todos los embarazos son iguales, ni todas las madres “to be” lo asumen de la misma manera. Si una amiga cercana hubiese estado embarazada antes de yo vivir el proceso, probablemente hubiera pensado que ella estaba siendo muy dramática y me hubiese alejado, hasta la hubiese criticado. ¡Qué lejos estaría de la realidad!
Mi primer ultrasonido lo cambió todo. Me mocioné cuando escuché el corazón de Dante. Tenía 6 semanas. Todavía estaba lejos de sentirme yo, pero ya estaba dispuesta a proteger con todo mi ser a alguien que todavía no había nacido.
Todo iba muy bien por unos meses, hasta que Dios me enfrentó (otra vez) a uno de mis más grandes miedos: la posibilidad de perder a alguien que amo… a Gal había que operarlo de emergencia.
Lloré todo el camino a la clínica, como una niña. No recordaba la última vez que lloré tanto. La Airam fuerte que siempre he sido nunca apareció. Y sólo pensaba: ¿por qué rayos Dios me ponía en esta situación de nuevo y además en mi estado? ¡No es justo! También peleaba conmigo misma porque no quería que el bebé sintiera mi desesperanza, tristeza, desesperación... la verdad no sabía bien que era lo que sentía; me volví un caos.
Tras de varios días en la clínica sin poder dormir, empezó el proceso de recuperación; y mi proceso de entender por qué esto había sucedido, creo que por tercera vez en mi vida.
Gal volvía a su país por un tiempo, mientras yo me encargaba de ir arreglando todo lo del bebé. ¡Estaba exhausta! Pero agradecida de que las cosas fueran evolucionando. Después de una propuesta, decidí junto a las chicas de Diario Moda que lo más sano era poner en pausa el programa, lo que para mí y para mi nueva y aceleradamente conformada familia, significaba una entrada menos de dinero, pero a la vez tendría más tiempo para disfrutar mi embarazo.
Después de este “episodio”, todos los cambios y noticias que vinieron (que fueron muchos y en todos los planos –rumores de transformaciones en la revista, buscar casa nueva, reprogramar nuestro esquema financiero…), todas esas cosas que muchas veces vienen a tambalear tu mundo, entonces me parecieron irrelevantes. Me explico, sabía que estaba sucediendo exactamente lo que debía para que las cosas se fueran organizando; mi vida tenía que cambiar y aparentemente sería drásticamente y todo junto. Aunque estaba confiada, aún sentía que no había “disfrutado” mi embarazo como debía o como me decían hiciera.
Así tomamos la decisión de que vendría a NY. Y aunque con mucho miedo porque la situación no estaría bajo mi control, se trataba de lo mejor para Dante, nuestra única prioridad ahora.
¡Es increíble lo que varias semanas de quietud hacen por ti! Pude descansar, cuidarme, desarrollar nuevos proyectos, y compartir con mi hermana. Después de meses de caos, las cosas finalmente empezaban a encajar; recibí una lección muy valiosa: aunque tengas todo bajo un plan, ¡tú no tienes ni tendrás nunca el control! #notetoself.
Y así ha transcurrido mi año: un embarazo, una operación, varios viajes, cambios laborales, una mudanza que conllevó armar todo desde cero y bueno, compartir espacio con dos personas (otro de mis miedos después de vivir sola por tanto tiempo).
Mi 2018 ha sido muuuyy intenso, pero tengo salud y mi familia también. Eso es lo importante. Hoy cuento mis bendiciones y agradezco lo vivido. No les voy a decir que esas vivencias me han hecho más fuerte, de hecho, creo que todo lo contrario, y hoy sé que eso también está bien; he reorganizado mis prioridades. No siempre tenemos ni podemos ser la mujer maravilla.
Tuve que reafirmarme que muchas negativas llegan juntas como una forma de opacar tus bendiciones. ¡No lo permitas! Recordé que ser agradecida es la mejor arma; que detrás de la tormenta viene la calma, que las crisis traen oportunidades, que hay luz al final del túnel, y cualquier otra frase cliché que les pueda mencionar.
Sigo esperando el “final feliz”, pero estoy disfrutando y aprendiendo mucho de mí durante este proceso, una de las enseñanzas más maravillosas que nos regala nuestro tiempo en la Tierra.