Cómo sobreviví al mal de la Millennial treinteañera

Más que el estrés, se espera que este sea el mayor mal del 2018. Y lo peor es, que según estudios nos afectará más a las mujeres millennials que a los hombres de la misma generación. Ya lo experimenté una vez. Salí de una relación, y me enfoqué tanto en el trabajo, que las noches de insomnio se convirtieron en una ansiedad que ni Dr. House podría curar; a su vez, la ansiedad se convirtió en un ataque de pánico inminente. En ese momento pensé que tenía problemas pulmonares, luego, que tenía una alergia que me causaba erupciones en la piel, y resulta que era mi propio cuerpo dejándome saber que ya no podía más. ¡Estaba desgastada! Como seguro también lo has estado tú. Yo llegué al límite, toqué fondo y me costó meses salir de ahí, y tengo que admitir que he tenido mis recaídas.

De acuerdo al portal cuidateplus.com “el empleado que está expuesto de manera continua a, entre otros, altos niveles de estrés, carga de trabajo excesiva, poca autonomía, malas relaciones en el trabajo y ausencia de apoyo en su entorno, falta de formación para desempeñar las tareas, etc., puede llegar a padecer un estrés crónico que acabe provocando el burnout”. Yo, hace poco y por segunda vez en mi vida por un largo período, estaba pasando por el proceso. Sólo que en esta ocasión ya sabía lo que tenía que hacer, luego de que un día me levantara a las 4:00 a.m. con un ataque de pánico.

En mi primer episodio necesité coaching psicológico para poder hacer frente al exceso de trabajo, carga que muchas veces nos “colgamos” nosotras mismas sin necesidad de que el empleo lo exija. Así que volví a poner aquel plan de acción en práctica, pero me di cuenta que iba a necesitar hacer otros ajustes. La vida cambia y el volumen de trabajo que manejamos las mujeres (a veces para probar que valemos), cada día es mayor en cantidad e intensidad… entonces, no es sorpresa que este “esfuerzo” resulte en un desgaste que comienza a notarse en cosas tan tontas como por ejemplo, no saber dónde haber dejado las llaves y resulta que las tienes en las manos, ¿les ha pasado? Y mientras se creen nuevas leyes laborales donde el empleador y el empleado lleven un panorama “ganar, ganar”, nos tocará a nosotras hacer los reajustes necesarios para literalmente no morir en el intento.

Este es mi plan de acción:

1. Ponte un horario de salida.

Mi trabajo es tan chulo como irregular y estresante. Así que aunque mi jornada acabe a las 6:00 p.m., muchos eventos exigirán mi presencia. Así que en vez de seguir corrido a la mayoría de ellos, me propuse salir una hora antes cada vez que tuviera una actividad posterior, aunque sea para cerrar los ojos 15 minutos en mi casa.

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2. Organiza tu agenda.

Entre la revista, el programa de radio, el blog y mis eventos personales, a veces organizar los horarios es casi como armar un plan de guerra, jajajaja. Lo que quiere decir que lo mejor es llevar una agenda, preferiblemente por escrito para que puedas tachar, resaltar o sencillamente escribir. Algo sucede en nuestra mente cuando volvemos a leer una tarea o un enunciado, es como reafirmarle al cerebro que el trabajo está hecho, o por el contrario, que no lo está y vas a tener que priorizar.

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3. Tendrás que decir "No".

No podrás cumplir con todo el mundo ni con todo. Así que aprende a decir “no”, póntelo de tarea por una semana, intercala los días, y ese en el que te toque decir que “no” a salidas fuera de las programadas es necesario que lo digas, ¡sin negociar!

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4. Prioriza el trabajo.

Si algo tiene fecha de caducidad, intenta hacer eso primero para que no estés estresada cuando se acerque la fecha o para que no estés desecha porque no pudiste cumplir la meta. Si hacer este trabajo depende de terceros, puedes ir solicitándoles su aporte varios días antes de la fecha real de cierre, y créeme, esto aligerará la carga para todos.

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5. Desconéctate

Yo trabajo mucho con las redes, y además, me gustan. Así que es un poco difícil desconectarse. ¿La salida? Una vez a la semana intenta usar el celular sólo hasta que llegues a casa e informa a tus familiares que lo harás para que, en caso de ser necesario, puedan comunicarse contigo al trabajo. Si tienes un número asignado por tu trabajo, apágalo los fines de semana y en tus vacaciones. Ya existen los correos electrónicos. Si sucede algo que necesite solución urgente y dependa completamente de ti, por esa vía estarás enterada. Asígnate una hora fija para revisarlo y de igual forma, un tiempo para estar navegando en ellos (no más de 20 minutos).

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6.  Almuerza fuera de la oficina.

Ok, sí, a veces no puedo, pero ya cada vez es menos. Desconectarte de tu espacio laboral es también una buena forma de aumentar tu creatividad.

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7.  Luego de terminar un trabajo que requiera mucho de ti, descansa.

No eres una robot. Debemos quitarnos de la mente la imagen de la súper mujer que nosotras mismas nos hemos impuesto. Un paso a la vez, y ve con todo; luego descansa.

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8. No asumas tareas que no te correspondan.

Cada quien tiene un trabajo asignado, hacer lo que le corresponde a otros no hará que te otorguen una estrella de súper empleada o súper madre, todo lo contrario. Además de desgastarte, puede que sea contraproducente pues tu capacidad para resolver lo que sí te corresponde a la larga se verá afectada.

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9. Haz ejercicios.

Fue uno de los primeros “remedios” que me recomendó mi terapeuta. Mucho mejor si lo haces muy temprano en la mañana. Te cargarás de la energía que necesitas para arrancar el día y obligarás a tu cuerpo a dormir temprano.

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10. Informa a tu jefe directo lo que está sucediendo.

Es bueno que le dejes saber de alguna forma que necesitas un break o que estás recibiendo mucha carga laboral. Ofrécele opciones que entiendas te ayuden a liberar estrés y que se remitirán en mayor rendimiento. Cursos, terapia, paneles… todo está aceptado.

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11. Evalúa

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Si has intentado todo sin ningún resultado, entonces quizá llegó el momento de decir adiós a tu trabajo. En un reportaje publicado en Forbes, el doctor David Ballard de la Asociación Americana de Psicología afirmaba que “existen ocasiones en que no importa lo que intentes hacer, la organización no puede o no quiere hacer los cambios necesarios”. Agrega: “es entonces en esos casos, cuando es tiempo de decir adiós y seguir adelante”. Recuerda que eres reemplazable mas tu salud no.

Ciao!