No mires atrás
Una de las cosas más difíciles para el ser humano es aceptar los cambios: de pareja, de trabajo, de estatus social, de casa, de pensamiento… incluso cuando es algo que deseamos hacer o cuando sabemos que es para nuestro bien. ¡Es que a veces es tan difícil arriesgarse a lo nuevo! Mantenerse estático parece la vía más segura y lo es, es la vía más segura para el fracaso. No me mal entiendan, es conveniente esperar y pensar o meditar antes de actuar, pero el que sólo habla o se queda observando sin atreverse a dar el paso, cometerá el mayor de los errores de su vida: quedarse con ese sentimiento bastante amargo de “what if”.
Una de los sensaciones que más nos frenan a dar el cambio es el saber que tendremos que dejar personas, espacios o cosas atrás. El miedo y ansiedad que vivimos cuando sabemos que tenemos que dejar atrás eso que en algún momento pensamos sería eterno. Pero como reza una frase en IG, “Lo que viene realmente es mejor que lo que se fue”. Y eso, yo, lo puedo garantizar. Entonces, ¿cómo hice yo para moverme, vivir el presente y saber con certeza que el futuro traerá algo mejor? Simple. Aquí les digo:
1. No seas una víctima
Lo peor que puede pasarnos es recurrir constantemente al “¿Por qué a mí?”. En algún momento todos lo hemos hecho, y lo admito, en la mayorías de las ocasiones me ha gustado. Es casi como uno quiere quedarse ahí, en el pape de víctima. La gente se preocupa por ti, te cuida, te ayudan... eres como el niño chiquito de la casa, pero hay un problema: ¡Nada de eso te ayudará a salir de la zona de confort en la que ahora te encuentras! Las oportunidades negativas siempre traen algo positivo con ellas. Es necesario que lo sepas y te lo repitas. En mi caso, cuando mi mamá falleció, y lo comenté en un post anterior, tuve que cambiar todo: país, amigos, estilo de vida… fue duro para la Airam de 12 años, pero cuando miro atrás, cuando observo la vestidura de fortaleza que mis circunstancias negativas me "diseñaron", cuando veo que gracias a ello he podido asumir una posición de liderazgo y ayudar a otros, entonces me doy cuenta de que todo ha valido la pena.
2. Analizar siempre es bueno
Tras un suceso que te haga moverte hacia el cambio, solemos buscar momentos de placer por muchas vías, la mía, por ejemplo, es la comida. ¡Me encanta comer! Pero aún si estoy cuidando lo que como, cuando debo tomar una decisión importante me justifico y me digo: "¡Qué más da! ¡Me lo merezco porque no estoy del todo bien!". ¡Grave error!, después viene el sentimiento de culpa de por qué lo hice y se inicia un ciclo imparable y desgastante. Todavía estoy trabajando en ello, pero ya más cerca de mi objetivo de “Dígale no al comer para aliviar una carga”. Lo que hago es que me detengo a analizar qué aportará lo que estoy a punto de hacer. Generalmente concluyo en que sólo será una ayuda momentánea y que si no me dispongo a resolver la raíz del problema seguiré en el mismo ciclo forever and ever.
3. Sé persistente
La persistencia es clave para el éxito. Cuando estés haciendo las pases con el cambio un día amanecerás feliz, dispuesta a todo, y al otro te encontrarás cuestionándote por qué tomaste esa decisión o si la debías pensar mejor y entonces podrás decidir detener lo que con esfuerzo estabas construyendo. Nuestros pensamientos son capaces de frenarnos, de dañar el camino que ya hemos pavimentado en sólo segundos. Comenzamos a decirnos que lo que fue es mejor que en lo que estás trabajando, que no vale la pena, que estás perdiendo el tiempo, y entonces, nos estancamos. ¡Usa tus fuerzas para ser persistente incluso en medio de las dudas, de la adversidad! Sigue tu camino y pon en mute a esa vocecita que te dice no podrás o detente que el camino de ahora no se ve tan cómodo como el de antes. Me ha funcionado el hecho de hacer cosas nuevas, de desconectarme del bullicio de mi interior por ratos. Por ejemplo, si el trabajo me lo permite: finalizar en la oficina antes de la hora y llevarme el trabajo a un ambiente más tranquilo, como por ejemplo, Librería Mamey en la Zona Colonial. Si te sirve tomarte un café en una terraza o hacer una caminata en el parque, pues también. Lo que te funcione será bienvenido.
4. No deposites tu felicidad en algo o alguien
¿Recuerdan la historia que les hice del zapato del cual estaba muy apegada? Lo peor que podemos hacer, después de crearnos grandes expectativas en nuestra mente, es apegarnos a cosas y personas. Que tu felicidad o tu motivación nunca dependa de otra persona o de una cosa. Esa es la mayor kryptonita para tu felicidad plena.
5. Aprende a llenar el vaso “un día a la vez”
No te presiones. Ser tu mejor versión implica tiempo y crecimiento. ¡Así que imagínate toda la energía que requerirás al intentar cambiar un patrón! Tomará tiempo. Y en ese tiempo conocerás tus gustos, aprenderás más de ti y de lo que no vas a tolerar o las herramientas que realmente necesitarás para lograr aquello que te propusiste. Eso de ver el vaso medio lleno o medio vacío a veces no es el mejor punto de vista. Vasta con al menos tener el vaso e ir llenándolo poco a poco sin presionarte, pero sin perder de vista tu meta. Es algo así como llenar una alcancía, una moneda a a vez.
6. Busca ayuda
No somos todopoderosos, aunque sí creo que todo aquello que nos propongamos lo lograremos. Muchas veces la voluntad no es suficiente, casi siempre necesitaremos ese 'empujoncito' de un mentor, un coach de vida o una psicóloga (o un combo que incluya a los tres); un equipo que nos lleve de la mano y que nos recuerde de vez en vez por qué y hacia dónde estamos caminando.